El mítico Ave Fénix, imponente águila, al cumplir 500 años ponía un único huevo, que empollaba tres días antes de morir quemado; de entre sus cenizas rompía el cascarón un nuevo fénix. Esta es una de las muchas versiones del mito; pero en todas es claro que se debe morir a un ciclo de vida para poder renacer al siguiente; el lecho de muerte es a la vez cuna de recién nacido.
Los europeos se pelearon a muerte desde que hay memoria. Los romanos les impusieron una pax a la fuerza, hasta que sus propias divisiones de poder los llevara a traicionarse por la espalda y a dejar caer la civilización en el oscuro pozo de la Edad Media. Francia e Inglaterra estuvieron en guerra cien años, y ya en el siglo 20 Europa inventó las guerras mundiales. En la Segunda se dio la operación de exterminio más grande jamás organizada. Europa tuvo que ver sus ciudades en escombros, y su pueblo diezmado, para rendir el ego de rodillas y decir: Fracasamos, empecemos de nuevo, por un fin común. Literalmente, la hoy radiante Unión Europea está cimentada sobre las cenizas de 50 millones de cadáveres.
Un emperador hijo del sol metió a Japón en esa guerra cruel. El orgullo imperial sólo se doblegó ante la bomba atómica. De las cenizas radioactivas renacieron como un país próspero y democrático que ha evitado cualquier nueva guerra. Japón y Europa Occidental son de los mejores lugares para vivir en este siglo, por su sociedad justa, rica cultura, ambiente limpio y prosperidad material. Lideran la evolución humana hacia la convivencia ideal.
Mientras la Unión Europea se fortalece y un túnel conecta a británicos con franceses, los países del exbloque soviético aún no tocan fondo. Lo que era Yugoslavia ahora son cuatro países, checo y eslovaco se escribe separado, y en pleno 2008 Osetia vivió masacres de limpieza étnica, un mini-holocausto moderno. Parece increíble, pero siempre se puede caer más bajo, mientras se continúe por la senda del odio.
Al final de su Guerra Civil del siglo 19, Estados Unidos tocó fondo. Lincoln les tuvo que recordar que eran una Unión Americana, y que los esclavos tenían alma. En el siglo 20 se ocupó otro renacer para que esas almas tuvieran derechos. En el siglo 21, los sacudió una crisis de enorme impacto humano, sin ser guerra. Un millón de personas perdieron su empleo este año, y cada día a nueve mil familias le rematan la casa. En democracia eligen de líder, por su mensaje de esperanza, a un hombre que hace dos siglos sólo podría ser esclavo. Es un gran salto para la humanidad.
Si asumen su responsabilidad ambiental, los autos gringos se hacen tan eficientes como los japoneses; si su sistema de salud se vuelve tan universal como el inglés, y recobran su unidad, veremos una Europa en América. Es posible renacer antes de llegar a la auto-destrucción total.
Nosotros, ¿Cuándo tocaremos el fondo que haga nacer la Unión Tica ? Gracias a Dios nuestros renaceres ocasionan pocas bajas. La independencia no costó ni un muerto, nos llegó por correo. La revolución de l948 costó dos mil vidas; sobre ella nació una nueva República, llena de progresos. En este siglo no debemos esperar a que la población sea diezmada por asaltos y choques; debemos reaccionar. El primer referendo mostró que ya el país está dividido, uno de cada cinco ticos vive en pobreza, y nuestras instituciones se enredan en sus propios mecates. Por otro lado sí hay ticos generando empresas, cuidando el ambiente, estudiando, trabajando, siendo honestos, formando familias con valores morales, o inventando el motor de plasma que llevará al hombre a Marte.
Medio morimos, medio renacemos. Soy de los que piensan que nuestro país es un pequeño pero colorido tucán cambiando de plumas; una versión tropical del Ave Fénix, que mucho antes de morir, ya tiene un renacer feliz.
César Monge, 09 Noviembre 2008.
(No publicado aún)
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¡què bueno!... es como un resumen de Historia Universal siempre sujeto a mantener la esencia constante en el transfondo de la lectura, es decir el optimismo y la fe, que muchas veces tenemos dormidos...muy bien sigue asì!
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