Los bloqueos de calles no afectan al
gobierno, afectan al tico común en su vida cotidiana.
Todavía somos un oasis de paz sin
ataques terroristas de la ETA, AlQaeda o
las FARC, pero un peligroso virus
terrorista ha infectando a algunos ticos. En su fase de incubación el infectado
sufre una fiebre tal, que nubla su mente y lo hace capaz de dañar a su prójimo,
mientras se cree un héroe nacional. Por el momento el virus sólo ha ocasionado
terrorismo “light”, porque no ha cobrado vidas, pero conviene diagnosticar
cinco síntomas, para evitar un mayor contagio o que los afectados entren en fase
terminal.
1-Daño a salud de semejantes. Los infectados dañan la calidad de
vida de los demás.
Las FARC matan
gente con coches bomba, amputan piernas a niños con minas explosivas,
secuestran gente por años, en pésimas condiciones sanitarias, porque la “causa”
que defienden justifica el maltrato físico. Acá un lunes los bloqueos
impidieron a dos ambulancias transportar pacientes a su quimioterapia; que la
gente cercana sufra no importa, la “Causa” exige sacrificios.
2-Escudo humano. El virus usa como defensa cuerpos ajenos. El
secuestrador usa rehenes para que las autoridades no puedan usar la fuerza de
bombas o disparos, por temor a herir inocentes. Acá los bloqueos callejeros
incluyen algunos pocos ancianos, mujeres y niños, en medio de muchos jóvenes que tiran
piedras y
diputados corpulentos que practican judo con la policía. Si hay
garrotazos, la policía fue brutal por arriesgar a inocentes. Una póliza de
seguro perfecta.
5- Impunidad para delinquir. Inmunidad sobrehumana tal que se pueden cometer delitos sin recibir
castigo. Las FARC negocian la paz si les dan una amnistía en que no vayan a
prisión por asesinato o secuestro. Acá los diputados quieren negociar que los
vándalos sean liberados sin ser presentados ante un juez, darse de golpes con
policías o sentarse en patrullas como si fueran mariscales del Festival de la
Luz; todo eso
sin que las autoridades les puedan poner un dedo encima, porque tienen “inmunidad”.
El virus ha provocado ceguera,
la ira contra el gobierno se descarga en el ciudadano más cercano. Para detener
el contagio, debemos llamar las cosas por su nombre. Dañar al
prójimo no es heroico, maltratar a un compatriota no es hacer Patria. A mí
tampoco me gusta el gobierno, pero respeto el orden público por respeto a mis
semejantes, tan ticos como yo, al final de cuentas.
