jueves, 26 de marzo de 2009

Piñata, Parásito, Paranoia o Progreso.


No es lo mismo amar a los pobres que odiar a los ricos..





El gobierno de Lula en Brasil ha sacado gente de la pobreza, ampliando el comercio internacional, diversificando la producción con fuerte empresa privada, y hacia dentro, aplicando la fórmula básica de centro-izquierda: salud, educación, empleo. Ese es el socialismo positivo que genera productividad, progreso, prosperidad. Por otro lado, cuando el objetivo es eliminar a los ricos capitalistas, el resultado es muy diferente, como nos enseñan tres páginas de la Historia:

Una isla del Caribe tuvo revolución armada en 1959. Se agarró a los ricos de piñata; el pueblo recibió confites por un par de años: casas, escuelas, hospitales. Al agotarse los recursos, se pasó a un sistema parásito, que succionaba recursos fáciles de un organismo mayor, la extinta URSS. Pasaron décadas, se atrofió la producción por ausencia de empresas privadas. Murió la madre patria, la isla huérfana no sabía conseguir su propio alimento, llegó la pobreza por parálisis.
Se instauró una monarquía militar, el viejo comandante hereda el poder al general en jefe, su hermano. No hay libertad de expresión y la economía depende de un solo producto: azúcar, pero todos los males son culpa de enemigos externos reales o imaginarios, paranoia que justifica mantener un ejército y mano dura. Pobre pueblo paralizado.

Un país asiático tuvo guerra divisionista en 1950. El país Sur es hoy una rica democracia de primer mundo, compartió la sede de un Mundial con Japón, su aeropuerto es de los tres mejores del mundo, venden autos como locos; hay libertad de prensa y empresa privada. Mientras tanto el país Norte apenas subsiste en una economía agrícola de bueyes y arados, una de las más pobres del planeta. El líder militar pasó el trono a su hijo, quien mantiene miles de tropas en la frontera, ya llevan 60 años en alerta. Apuntan sus carísimas armas nucleares a todo lo que se acerque, pero la producción de riqueza está atrofiada. Cualquier país extranjero es un potencial atacante. Paranoia y paralítica pobreza.

En un país suramericano, las exportaciones son 90% petróleo, la mitad del cual se vende a los gringos. Cuando el barril subió de $70 a $140, se duplicó el flujo de dólares por el cordón umbilical, el teniente coronel en jefe se fue de compras a Europa; gastó en Rusia $1000 millones en submarinos, tanques y aviones caza; y con $200 millones que le sobraron compró computadoras para niños. Cerró canales de televisión, financió sólo la campaña política de su partido, mandó tropas a callar gobernadores opositores democráticamente elegidos, se burló del rey de España y llamó a Obama un “pobre ignorante”. Cuando Colombia persiguió narcoguerrilla en Ecuador (a miles de kilómetros), mandó tanques a la frontera, cualquier movimiento en falso desataría la guerra. De pronto se cayó el barril a $40; se necesita plata rápida, entonces se hace piñata. La fábrica de cemento y la de acero se nacionalizaron para hacer casas de interés social. El nuevo arsenal vale más que 80 mil viviendas, pero la escasez es culpa de la vil empresa privada. Ahora la gaseosa y la hamburguesa más famosas del mundo son imperialismo cultural, hay que expropiarlas. El banco español sigue en la lista. Paranoia, economía de una variable, gobierno unipersonal. No hay que buscar heredero, todavía el monarca es joven; la piñata dará recursos mientras el petróleo sube de nuevo, le espera larga vida al rey.

En El Salvador, el presidente recién electo es de izquierda pero gracias a Dios indica que su ejemplo será Brasil. Los ticos debemos aprender de la evidencia científica que todo plan basado en el resentimiento fracasa, invariablemente. Ojalá entendamos que un modelo puede ser solidario pero debe ser productivo, para reemplazar pobreza por progreso. Decía Confucio que dar pescado alimenta un día, enseñar a pescar alimenta de por vida.

César Monge, 22 de marzo 2009
Publicado en ¨Primera Plana", Semanario del Colegio de Periodistas de Costa Rica.
30 de marzo 2009

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