viernes, 12 de diciembre de 2008

Los barberos usan booster.


Los barberos usan booster.
Los barberos usan "booster" para niños bajitos desde hace décadas y nadie se queja. Cuando el cliente es muy bajito para verse en el espejo, se pone un cojín que permita operar la silla como con un cliente adulto. El barbero no se fija en la edad del cliente, sino en su tamaño.

Hay toda una controversia porque la nueva Ley de Tránsito exige el uso de sillas de seguridad en niños de 12 años. Lo que está mal es la redacción; un booster no es una "silla" de canastita para bebés tipo Moisés, sino un "cojín" bajo las nalgas para que el cinturón les quede ubicado en forma segura, casi casi igual a las de los barberos.

El uso de un booster se indica por peso y altura, es decir por el tamaño del fulanito, no por su edad. Ahí está el error, hay tamaños mamulones de 12 años que son el más alto de la familia. Algunas normas estadounidenses exigen estos aditamentos en pasajeros que tengan menos de 80 libras (unos 35kg) y su altura sea inferior a 4 pies con 9 pulgadas, aproximadamente 1,43m. En todo caso esas normas dicen que niños menores de 12 siempre deben ir en asiento de atrás. Es decir, si tiene un hijo de 12 años que pesa más de 35 kgs, y mide más de 143 cm, no usa cojín (booster) pero sí debe sentarse atrás.

Cuando digo que el cinturón le queda bien a mi hijo y por eso no ocupo comprarle cojines ¿Qué entiendo por bien? En los manuales de los booster vienen unos gráficos que indican cuándo el cinturón es seguro para un niño y cuándo es una trampa.

BIEN: Es seguro si el cinturón le pasa al viajero en cuestión (niño o adulto) de forma que los "latigazos" de un choque se den en zonas de huesos fuertes. La parte baja del cinturón se debe apoyar en las caderas y la parte alta se debe apoyar en su pecho y hombro.
MAL: Si al sentar al niño la parte baja le pasa por el ombligo, en un choque las fuerzas estriparán y dañarán organos abdominales y si la sección de arriba pasa por el cuello, el cinturón más bien lo estrangularía o le quebraría el cuello, ocasionando la muerte.
Si está quedando mal, el booster sube el cuerpo a la altura en que el cinturón se apoya correctamente y es seguro.

Muchos están poniendo cinturón a sus hijos en forma peligrosa y creen que van seguros, otros discuten sobre el monto de las multas y se oponen a los dispositivos de seguridad. Es más importante rebelarese contra el orden que proteger la vida de un hijo. Un booster vale como veinte mil colones y algunos dicen que es demasiado dinero, mientras que los televisores de medio millón se venden como pan caliente, según indican las tiendas especializadas.

Parece que más que educación vial nos falta eduación vital. Al menos para mí no hay nada más valioso que la vida de mi hija.


César Monge.
12 de diciembre 2008.


Publicado: La Nación, 16 de diciembre de 2008.
http://www.nacion.com/ln_ee/2008/diciembre/17/opinion1814042.html

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