miércoles, 24 de octubre de 2007

La “bomba” del boticario.

¡Bomba!
Ayer pasé por mi barrio,
A comprar un medicamento.
Como pagué en efectivo,
Me hicieron quince por ciento.
¡Uyuyuy botica!

En el siguiente relato, se han cambiado los nombres para proteger las identidades.

Una gran farmacia, rica y poderosa, la Farmacia Rachel, se metió duro a ganar clientes, y a comprar a los pequeños competidores, que eran como 100. Estos contraatacaron, liderados por la Farmacia de Lucre y la Farmacia Che-María, se unieron en grupos para dar mejores precios. Los márgenes de utilidad de 30% cayeron a 10%, promociones, domicilio gratis, toma de presión por la compra de su aspirina, de todo se vio. En unos cuantos meses de batalla, unos compraron a otros, se fusionaron por las buenas o por las malas. Al final quedaron como tres peso pesado dominando el mercado y algunos peso pluma sobreviven por tradición, como las pulperías.
Para colmo, en el más reciente capítulo, abrió un local peso pulga con precios muy bajos, y buen servicio express, aunque apesta a gasolina. Igual la noticia cayó como una bomba. La gente se agolpa en el mostrador. Los teóricos hacen especulaciones de cuánto más podrán aguantar con precios que dejan sólo 5% de utilidad. Nadie lo sabe, pero todos aprovechan mientras dure.

Qué folclórico experimento para salir de dudas
¿La libre competencia favorece a las clases más necesitadas? ¿Si o No?

Veamos en esta obra de teatro, cómo se organizaron los papeles:
Ricos. No les importa la guerra de precios, siempre tienen demasiado dinero.
Pobres. Tampoco les importa. Dependen de la Caja y eso no cambió.
Empleados. Bueno, se pasaron de una cadena a otra, o les cambiaron el rótulo a su local. Neutro.
Clase Media. Sí que les sirvió. Se ganan lo que las farmacias pierden en utilidades. Para la clase media es una buena noticia ahorrarse mil colones en el jarabe del chiquito. Son el gran ganador de este reality-show.
Empresario pequeño que sobreviven. Esos son los dueños de las farmacias pequeñas. Sí les afectó, al bajar su utilidad de 30 a 10. Combaten por precio, servicio ameno, o por comodidad. Siguen siendo clase media-alta. Al menos yo no conozco a un dueño de farmacia que califique para el bono de vivienda.
Empresarios pequeños que murieron en batalla. Tuvieron que vender su Farmacia que vale 30 en 10, ponerse otra cosa o ser regentes empleados del grandote. Sí, perdieron plata. No son sub-empleados porque no están cortando caña. Eran pequeños capitalistas que ahora son clase media.
Empresotas. Siguen siendo grandes como antes, más fuertes, pero menos rentables.

Entonces parece que el experimento resultó bueno para la democratización económica.
La competencia bajó precios y mejoró servicio. Sí. Salvó a los pobres. No.

Los fanáticos de derecha aseguran que si le aplicamos lo mismo al ICE o al INS será igual de bueno para todos. ¡Qué va! Esa es otra telenovela diferente.
En el caso anterior, todos los actores podían reaccionar instantáneamente a los movimientos de los demás, libremente, ahí ciertamente aplican las leyes del mercado.

Los elefantes no compiten en carreras de caballos.
Aplicar libre mercado a seguros o telecomunicaciones será más parecido a una corrida a la tica, el pobre animal vagando sin rumbo, todos los ticos jalándole el rabo. Solo que el actor principal ya no es un toro bravo, es un buey lento.

Publicado
1-La Nación, 24 de octubre 2007.
http://www.nacion.com/ln_ee/2007/octubre/24/opinion1289056.html
2-Diario Extra, 17 de noviembre de 2007.
http://www.diarioextra.com/2007/noviembre/17/opinion04.php

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