lunes, 18 de febrero de 2008

Pulpero Oro y Polaco Platinium.

Todo empezó con las libretas de pulpería, método simple de crédito sin fiador, orden patronal, recibo luz, y ni siquiera la cédula. Comida fiada. Luego los polacos van a domicilio y también usan tarjetas. Tiendas de departamentos ambulante en cómodos paguitos. Ropa fiada. A niveles más sofisticados están las tarjetas de crédito. Hasta el más santo peca. En todo lado nos dan crédito. Status fiado.

Es a fin de cuentas lo mismo anotar en la libreta una barra de margarina a 500 colones o tarjetear una cena a 50% de interés. Precios altos, tasas de usura. El que va al pulpero tiene la excusa de que vive al día, y la necesidad tiene cara de perro. El que compra status ¿Qué excusa tiene? Ni el polaco ni la tarjetera son malvados. Sólo venden su producto. ¿Por qué caemos entonces en estas deudas que nos exprimen hasta los huesos? Envidia y orgullo, entre otros.

El cliente de un polaco no pregunta cuál es la tasa de interés, sino cuánto tiene que pagar por semana. Muy ingenuo, tal vez. Los ticos evolucionamos del cartón al plástico, con la misma ingenuidad para meternos en deudas infinitas. Ahora es diferente. Igual no sabemos la tasa efectiva. Preguntamos: “¿Cuánto es el mínimo este mes?” y por supuesto… “¿De qué color es mi tarjeta?”.
Color debería darnos ser títeres del mercadeo que nos vende un “orgullo al revés”. Nadie enseña el saldo de la libreta pulpera al vecino. Da vergüenza publicar “cuentas por pagar”. Las tarjetas de polaco tampoco se exponen mucho a la luz, no se quiere aceptar que la licuadora es ajena todavía. No da orgullo ahorcarnos con esos bejucos. De pronto, con el plástico sí es un éxito tener muchos pasivos. Si soy dorado o platino en realidad significa que cada vez estoy más hundido en deudas, pero me siento orgulloso si al tirar la tarjeta en la mesa todos quedan encandilados. No todo lo que brilla implica que el dueño tenga oro.

Los que hemos mordido el queso de la ratonera sabemos que uno empieza pagando de contado para ganar millas, y termina pagando el mínimo para evitar embargos.

Opción 1: Empezamos a usar el orgullo a nuestro favor. Si pago en efectivo, puedo conseguir un 5% de descuento. Esto supera por mucho el 1% de “cash back”. Incentivar esta pequeña satisfacción de pagar con billetes compensa la espera por un bien que aún no podía pagar. Además, cuando veo mi tarjeta azul o roja en la mesa de un restaurante, puedo agradecer a Dios que estoy pagando con plata que ya me gané.

Opción 2: Seguimos en lo de siempre. Los pulperos se modernizarán. Darán libretas de cartulina a los clientes corrientes, y de cuero con su nombre en oro a los super-clientes que compren todo el diario. Estos serían los Pulpero Oro. Y los polacos tendrán de cartón para los novatos, pero a los expertos, una lata de zinc con espacio ilimitado para anotaciones. Serán los Polaco Platinium.

Publicado.
La Nación, 18 de febrero de 2008.
http://www.nacion.com/ln_ee/2008/febrero/18/opinion1429158.html

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