“Maradona vrs. Gorgojo” - “Iglesia Gorgojiana de Costa Rica”.
En Suiza Martina Hingis se sintió tan avergonzada de dar positivo por cocaína que se retiró del tenis. La heroína gringa Marion Jones reconoció haber ganado sus medallas olímpicas con doping, las devolvió perdiendo fama y dinero. Para ambas la culpa era insoportable. Sería vergonzoso que nuevas generaciones las tomaran como ejemplo. Esto tiene lógica, al menos en sus culturas.
Los latinos somos diferentes. A los futbolistas que además de doparse son obesos, drogadictos, asociados a la mafia, tramposos y arrogantes, les creamos la Iglesia Maradoniana. Sólo acá, que somos tan charlatanes, podemos idolatrar a un humano que toma ese regalo divino, su talento deportivo extraordinario, y lo tira por el caño del odio y los defectos. En vez de pedirle que se retire para siempre como imagen pública, lo vemos como un d10s. El pibe de oro convertido en becerro de oro. Una amiga mía está escandalizada. Yo lo tomo como broma con moraleja.
¿Por qué miles de adeptos a esta religión-parodia? Un atleta verdadero hace deporte, come bien, se levanta temprano, juega en equipo, irradia sana autoestima. Eso es mucha disciplina. Más fácil imitar al que se hace vago, cae en la gula, la avaricia y el resentimiento.
Evadir los problemas, ya sea en coca o en guaro, da lo mismo. Solucionarlos suena como mucho trabajo. Nos gusta más la ruta maradoniana de darse a la huida y culpar a otros por nuestros males. Evadir las cuotas de la Caja, contrabandear o copiar en un examen es celebrado porque “metimos un gol” haciendo trampa, sin recibir castigo.
Revisando un poco nuestra conciencia, parece que las enseñanzas del Pelusa ya están fuertemente enraizadas en el alma de los ticos. ¿Cómo evitarlo?
Hace poco aprendimos otra buena táctica. Una mascarada a la tica le plantó el reto al Halloween importado. Hagamos algo parecido. Demos la pelea a la Iglesia Maradoniana con una versión a la tica: La Iglesia Gorgojiana, inspirada en las enseñanzas de Gorgojo. Su primer obispo sería El Porcionzón. No tienen panza de buda pero tal vez sea de bocas. Tienen poderes mágicos para hacer reír. En vez de “cantos gregorianos”, habría “chiles gorgojianos”. No hay zarza en llamas, pero sí una Llamarada. Desde ya cuentan con fieles seguidores, que se encomendarían a estos íconos antes de contar un chiste en las fiestas. Gorgojo con su clarín, corneta o como se llame, hasta tiene porte de querubín. Por lo menos su mensaje de humor y “al mal tiempo buena cara” es mucho mejor que el de “Gordo y dopado, pero soy el más grande”. Aclaro que todo esto es en broma, por supuesto.
Sin necesidad de ritos y templos, podemos admirar a quienes piensan en positivo, a quienes nos dan un ejemplo de superación, un mensaje de alegría. Estas a veces son las personas que más ignoramos.
¿No sería aún mejor idolatrar a los atletas especiales, como en rango de ángeles?
Nos enseñaron que al cultivar un talento con amor, se logran metas a pesar de todas las adversidades. Su ejemplo nos hace sentir gozo de ser ticos, e inspiración para seguir adelante, sin importar los obstáculos aparentes que sólo están en la mente.
Todos nacemos con un talento especial, único. Sin diferencia de religión, lo importante es si uno cultiva esta semilla de realización personal y con los frutos que obtenga, cómo influye en los demás.
Publicado
La Nación, 28 de noviembre de 2007.
http://www.nacion.com/ln_ee/2007/noviembre/28/opinion1331977.html
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