viernes, 13 de mayo de 2011

Don Quijotes, Policías y Ladrones en Sala Cuarta.

En el juego de policías y ladrones los buenos siempre ganan; entre otras razones porque sólo hay dos bandos, no existe una Sala Cuarta que sabotee el trabajo policial, y que en vez de ayudar a la ley y el orden, se preocupe sólo por demostrar que tiene la máxima autoridad. No hay jueces absortos en un mundo de papel que impida ver que la gente sangra a muerte en el mundo real cuando los maleantes andan sueltos, como el custodio que perdió la vida, dejando viuda y tres niños en el último intento de fuga de la cárcel de La Reforma. Tres fallos recientes de la Sala Constitucional nos hacen dudar de a cuál bando apoya en la eterna lucha del bien contra el mal.

Retenes. Frente a la cárcel, un auto esperaba cargado con armas pesadas y suministros para los asesinos múltiples que pretendían fugarse. Antes, cuando teníamos sentido común, la policía decomisaba armas, drogas y autos robados gracias a los retenes de las calles, pero tras un Retraso de Amparo, ahora sólo se pueden registrar vehículos si hay denuncias específicas contra ese auto en particular. Los “malos” se benefician rápido de estos cambios de reglas en el juego, que les garantiza tránsito irrestricto.

Celulares. En México, este mes de abril, se lanzó un plan con el fin de combatir las extorsiones telefónicas desde prisión, que se hacen con celulares infiltrados, simplemente instalando unas antenitas que bloquean la señal. El mismo mes, en Costa Rica, cuna de los salacuartazos, el Ministro de Justicia asegura que esto no es posible porque el proyecto “Ha sido objeto de recursos de amparo de los vecinos que se han visto afectados”. Otra joyita jurídica que favorece a… ¿a quién?







Reos explosivos. Tener delincuentes con experiencia militar en nuestras cárceles, que no son de máxima seguridad, es una bomba de tiempo. El sentido común dice que es mejor deportar al exguerrillero Parra, solicitado por la justicia de Colombia a cumplir una condena de 24 años por secuestro y extorsión. Allá estaría mejor custodiado y elimina un peligro para los ticos “buenos”. Resulta que doña Sala Cuarta niega la extradición, beneficiando así al delincuente, a menos que allá le repitan el juicio, lo cual no procede según la ley colombiana. Esto es el acabose, ya la Sala Cuarta le dice a la justicia de otro país cómo debe juzgar a sus ciudadanos. Nuestro principal producto de exportación podrían ser los salacuartazos, ya que tenemos una cosecha infinita, tan variada como incomprensible para los mortales comunes y corrientes.


Los magistrados Don Quijote, de tanto leer libros se desconectan del mundo real y al final no juegan para los buenos ni para los malos, sino para sí mismos. La Sala Cuarta solo sabe fallar, sin importar las consecuencias prácticas, pérdida de contacto con la realidad que los psiquiatras catalogan como psicosis. La solución está en manos del Congreso; ahora que están armando la agenda de consenso podrían poner en primer lugar la modificación de leyes que le quite la camisa de fuerza a la policía, se la ponga encima a la Sala Cuarta, y tal vez así recuperemos algo de la cordura que hemos perdido.


Ing. César Monge. 12 de mayo 2011.

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