viernes, 19 de marzo de 2010

Yo jugué ruleta rusa.

Aposté mi vida, pero ya no lo hago y por eso cuento la historia. Como nunca he tenido armas de fuego, usé un carro y manejé borracho, da lo mismo. Al echar 1 bala en un revólver de 6 tiros, girar el tambor y tirar del gatillo, se llevan 16,666% probabilidades de muerte. No existe el jugador crónico de ruleta rusa, tarde o temprano muere. Por años manejé con tragos pero no a diario, tal vez una noche a la semana; en la ruleta de 7 días, le eché guaro a uno y encendí el motor. Cada siete días una lotería fatal que gracias a Dios nunca me pegué. Las estadísticas iban en mi contra y en mi locura me creía un hombre sensato.

Como nunca me han hecho una alcoholemia, no sé la proporción exacta en que aumentó mi incapacidad para manejar, según mi peso y metabolismo cada vez que pedí una ronda más. Tal vez cuando decidía irme a casa estaba en 0,5 pero un par de zarpes sin boca hicieron su peor efecto al rato, cuando estaba al volante y alcancé 1,9 o lo que sea. Si me daba sueño y me ponía lento, lo atribuía al cansancio, jamás al guaro. A veces me parqueaba en una bomba a dormir un poco. Estacionando rayé focos y raspé aros; sólo por un milagro no pasó esto a 50 kph, y no se cruzaron seres humanos en mi ruta. Yo podría ser ése que hoy está en cárcel por matar a un ciclista o aquél que chocó el carro del trabajo frente a una escuela y se orinó en los pantalones.

Todo cambió un primero de enero. Un amigo, compañero de trabajo, iba de vuelta a casa tras celebrar con unos traguitos. Se quedó dormido o le fallaron los reflejos, atropelló un puente y murió de inmediato. No hubo peatones u otros carros afectados, sólo hubo un muerto en esa nota de sucesos; pero fue suficiente, porque no fue en vano. Fue un sacrificio para que yo aprendiera la lección, salvara mi vida y la de otros. Algunos que lo habían visto esa noche se sorprendían: “No entendemos, si se fue como siempre, como lo hacemos todos”. ¡Sorprende que no pasara antes! Cuando estuve dispuesto a manejar con tragos negaba que el licor afectara el sistema nervioso. No importaba la evidencia científica, yo me creía mejor conductor, más guapo, más valiente y mejor bailarín.

Por eso sé que el problema de alcohol al volante no es cuantitativo. Perdía la cuenta de las rondas, o una misma dosis creaba efectos diferentes, o un mismo efecto se hacía más peligroso según velocidad y visibilidad, y así hay muchas variables más allá del número de cervezas. El problema es cualitativo: estuve dispuesto a jugármela, con una o tres balas en el tambor, qué importa, perdí respeto por la vida mía o ajena. Los diputados discuten si el límite sano de alcohol en la sangre es 0.5 o 0,75 u otro número mágico. Podrían zanjar la diferencia a medias, un 0,666% de alcohol al volante, acorde con lo tenebroso de la absurda discusión.

Manejar con tragos fue de las peores cosas que hice en mi vida, a la vez suicida y asesino. Hoy tengo una hija; no me imagino el dolor de un padre al perder un hijo atropellado, no quiero volver a ese juego. Apoyo la tolerancia cero de alcohol al volante: ni 0,5 ni 0,001. El que quiera beber hasta caer de espaldas, que lo haga, es su derecho, pero que no maneje, y que no cuente conmigo porque ya aprendí el valor de una vida humana.


César Monge. 19 marzo 2010.



1. Publicado 20 marzo 2010 (40 aniversario de Joaco).




2. Publicado en Primera Plana, Semanario del Colegio de Periodistas CR. 12 abril 2010:



3. Publicado en La Nación. 01 de agosto 2011. (650 shares directos a Facebook)

http://www.nacion.com/2011-08-01/Opinion/yo-jugue-ruleta-rusa.aspx

4. Publicado en Diario Extra, 22 de agosto 2011.

viernes, 5 de marzo de 2010

Trivia Tica. ¿Quién quiere ser ingeniero?

La Trivia Tica tiene preguntas que sólo nosotros podemos responder, porque cada tico es desde entrenador de fútbol hasta ingeniero, según se ocupe; le ganamos al europeo más sabiondo.



TT1: ¿Cuál de estas dos obras se construye más rápido? A- Calle de 1,3 km en línea recta, en zona plana, ó B- Estadio para 35.000 personas con techos curvos, en terreno blando con cimientos especiales; hay que demoler estadio viejo, poner grúas y andamios de 12 pisos, traer el material desde China, junto con el personal al que hay que construirles vivienda antes.
Los ingenuos eligen A; el tico sabe la verdad. En La Sabana, la calle desde el MAG hasta la Mac se anunció en 2006, y aún no está lista en 2010 (4 años). Por otro lado el estadio chino empezó en marzo 2009 y terminará en marzo 2011, antes de lo previsto (2 años)

TT2: Un país verde tiene varias fuentes de energía. Cada kilowatt hidroeléctrico estatal (que es limpio pero afecta el río) cuesta 5 cts, la eólica privada, super limpia 7cts y la térmica, super sucia 28cts. ¿Qué hace este país por el calentamiento global? A- Da premios y rebaja impuestos a las empresas eólicas y deja de quemar petróleo. B- Limita al 15% la energía nacional que pueda producir la empresa privada, impide las hidroeléctricas por estudios ambientales y de paso quema petróleo importado en plantas térmicas alquiladas.
Usamos la B. Usted es tico y paga factor térmico en su recibo de la luz.

TT3: ¿Cuál de estas obras se atrasa más de un año? A- Calle Colina de San Francisco, 2.5 km, zona plana, dos puentecitos de 20m. B- Calle Caldera del Sol, 77 km, puentes de 60m, pasos a desnivel, en zona montañosa, con cruces de acuíferos y no se puede cerrar el tránsito. ¡Fácil! La calle de la paciencia franciscana empezó en julio 2007, y no está lista en 2010, van 14 meses de atraso y sabrá Dios cuando termine. La Calle Caldera empezó en 2008 y ya se inauguró con llenazo, 5 meses antes de plazo.

¡La sacamos del Estadio! Los proyectos en manos estatales se atrasan años, literalmente, si es que algún día se construyen. La idea del Estado Empresario quebró hace décadas. Bajo las mismas condiciones de clima, máquinas y con la misma piedra y cemento, tiene atrasos que rayan en parálisis. Para ir a Caldera no me molesta un peaje de mil colones, sino los millones de dólares en desuso durante 40 años, metidos de a poquitos: el abuelo hizo los planos, el hijo compró las tierras, el nieto hizo unos puentes…y seguíamos dando una gran vuelta por la montaña. Todo gobierno quiere construir obra pública en su período pero ya querer no es poder. Esto afecta en toda área: económica porque hace más caro el transporte y la producción; social porque los conductores pasan más tiempo en presas que con la familia y ambiental porque el petróleo quemado ensucia nuestra reputación ante el mundo.

No todos los años se reciben estadios regalados, se ocupan concesionarios ¿De esos que vienen a ganar dinero? ¡Sí, por favor! Por eso se apuran. Hay quienes se oponen a dar en concesión los muelles de Limón, o el tren, porque en el Santamaría nos fue mal al inicio. Es un argumento válido, pero no ven la cruda realidad de que la otra opción, la burocracia, da muchas excusas y atrasos, pero pocas soluciones. Decía Indira Gandhi: “No le cuentes a otros tus dolores de parto, muéstrales el niño”. La infraestructura vital de un país no sirve en planos, sino cuando la obra es tangible y entra en operación. La discusión sobre concesiones no debe ser política teórica, sino muy práctica: ¿El modelo da resultados concretos sí o no?

Ing. César Monge Conejo.
5 de marzo 2010
cesarmonge@yahoo.com


Publicado en La República, 08 de marzo 2010.