jueves, 10 de julio de 2008

Terrorismo Light en agua de Sardinal

Una cola light se ve, sabe y hace burbujitas igual que la regular, sólo que sin azúcar. En teoría es menos dañina para la salud aunque nuevos estudios muestran que el cuerpo se puede confundir, porque le sabe igual de dulce pero no alimenta nada. Lo light engaña.

El azúcar en el terrorismo es el resentimiento, un veneno que me tomo deseando que otro muera, y hasta me sabe a miel. Lo usó Hitler para dirigir masacres, y es la esencia dentro de los coches bomba de las FARC. Al calor de la ira, matar gente parece saludable. No queremos esa locura en Costa Rica, pero se metió la versión light. Un odio añejo, cosechado a mediados del siglo pasado, se fermentó en ciertos comités de Sardinal. En nombre del amor patrio han quemado maquinaria de vecinos, enviado policías al hospital y envenenado pozos de agua tica. El único logro de ese falso patriotismo ha sido dañar compatriotas. Si alguien muere, no es light. Es peligroso que estos grupos le agarren el gusto, se confundan, y empiecen a consumir la versión pesada en calorías. Si el absurdo egoísmo se contagia, podrían dinamitar el acueducto Orosi: “¡El agua de Cartago no es para josefinos!”

El terrorismo se basa en la desinformación. En El Coco no hay campos de golf, ni había crisis ecológica hasta que algún fanático le echó gasolina al pozo nuevo. Si bien hay asuntos administrativos y técnicos que deben revisarse, en Sardinal falta el agua por problemas en sus tuberías actuales, no por sequías de acuíferos. El odio dice que ahuyentar inversionistas a pedradas es un plan inteligente y no deja ver que si los constructores se fueran, el pueblo quedaría igual sin agua, y además sin trabajo, turistas ni comercio. El Coco ya no es el pueblito de pescadores para excursiones de un día, es un boyante centro residencial y económico con gran variedad de servicios, criadero de micro y pequeñas empresas turísticas y la mayor fuente de empleo para la zona. Todo gracias a la inversión de los empresarios privados, no a programas de gobierno.

Ya los ticos sufrimos un exitoso ataque de terrorismo light en Golfito, un puerto que hace 30 años era como El Coco, hasta que los sindicatos lograron su sueño dorado: echaron a los gringos capitalistas. Vino el depósito libre, para subsistir. Aunque se cambió banano por palma, sigue siendo una zona agrícola con bajo nivel de ingreso, las mismas calles y aeropuerto de 1970, y mínimo turismo, a pesar de sus bellezas naturales. Fomentar un vacío orgullo nacionalista tuvo como único efecto un estancamiento al estilo cubano. Miles de josefinos migran a Guanacaste porque ven un futuro mejor. ¿Cuántos a Golfito?

Si veo muchos culpables, pero no ofrezco ninguna solución, si sé lo que no quiero, pero no sé qué busco, si le encuentro mil defectos al plan ajeno pero no propongo uno mejor, entonces estoy infectado de resentimiento. Hay al menos dos antídotos. A corto plazo, información, y para el futuro, educación con realismo práctico.

Información es lo que faltó en Sardinal. El público desconocía el proyecto, que no tomó en cuenta al cantón vecino, luego la prensa reportaba versiones parciales, los fanáticos metieron carbón, y ticos hermanos terminaron peleados por chismes. Ahora es más difícil conciliar el caso porque desconfían unos de otros.

En la educación, se ha prefabricado el resentimiento. Abundan las novelas como Mamita Yunai o Juan Varela que narran la explotación del campesino en manos del rico empresario, allá por 1940. No se pueden eliminar de las bibliotecas, porque sí cuentan una parte real de nuestra historia antigua. Es notorio que falta la otra cara de la moneda. ¿Dónde se estudia a los empresarios ticos que supieron aprovechar las oportunidades con trabajo duro y generaron desarrollo comunal? ¿Se estudia alguna novela ambientada de 1990 para acá? Nuestra educación crea guerrilleros de la calle o líderes positivos. Gracias a Dios ya algunos colegios enseñan “empresaridad” y alumnos de vocacionales aprenden a mercadear su producción, que sí existen los “buenos empresarios”, y que todos somos capitalistas porque generamos plata. El modelo solidario de distribución de riqueza de nada sirve sin los empresarios que la produzcan.

En Estudios Sociales se podría analizar nuestra versión de “Historia de dos ciudades”. Los del sur manejaron por el retrovisor, cegados de odio y se estrellaron. Los del norte tuvieron la misma intuición del Partido de Nicoya. Con amplia visión previeron las consecuencias prácticas de su decisión. Actuaron en positivo, viendo para adelante, les fue mejor. Para el alma de una persona o de una nación; el resentimiento es venenoso, la creatividad nutritiva.

Publicado
1. La Nación, 10 de julio de 2008.
http://www.nacion.com/ln_ee/2008/julio/10/opinion1614209.html

2. Semanario del Colegio de Periodistas de Costa Rica, 08 de diciembre de 2008.
http://www.primeraplana.or.cr/app/cms/www/index.php?pk_articulo=2040